30 de agosto de 2011

Palomares existe: Un cuento tibetano



Hola de nuevo, amigos :

Con el deseo que las vacaciones os hayan sido placenteras, nos volvemos a encontrar, espero que cargados de energía y ánimos .

Me gustaría empezar esta nueva etapa en nuestro blog con un cuento tibetano, muy sencillo, pero que a la vez si pensamos podremos sacar un buen provecho de él. Como aún hace bastante calor y las tardes son largas aquí en Palomares, no estaría nada mal que en esos ratos de ocio y descanso meditáramos y sacásemos alguna conclusión sobre el cuento.



Espero que os guste:

El lama de este relato, (un lama es un sacerdote budista) parecía obsesionado con una sola idea.Cada vez que tenía contacto con sus alumnos, les repetía la misma palabra:

Vaciaos, vaciaos.

Tanto insistía el lama en esta cuestión que sus alumnos comenzaron a cuestionar, secretamente esta extraña enseñanza. No veían en ella ningún sentido.

Un día, respetuosamente, le dijeron: Maestro, no queremos poner en duda tus enseñanzas, pero ¿podrías decirnos porqué pones tanto énfasis en que nos vaciemos?




Cuestionar para aprender e investigar es una buena práctica. Pero no puedo responderos con una respuesta llana a vuestra pregunta. Pero os solicito que mañana os reunáis conmigo en el santuario, trayendo cada uno un vaso repleto de agua.

Los discípulos, asombrados y un poco incrédulos, siguieron las instrucciones.

Ahora vais a hacer algo muy simple: golpead el vaso con las cucharas. Quiero escuchar el sonido que producen.



Los alumnos golpearon los vasos. No brotó más que un sonido sordo, apagado, sin gracia.

Entonces el maestro ordenó:

Ahora vaciad los vasos y repetid la operación anterior.

Así lo hicieron los monjes. Una vez que los vasos estuvieron vacíos, volvieron a golpearlos con las cucharas. Surgió un sonido vivo, intenso, sin duda más musical.

Los monjes intuían la enseñanza. Así como un vaso lleno no emite sonidos agradables, una mente atiborrada jamás puede brillar.



Con cuánta sencillez se puede hacer comprender tanta sabiduría como la que aquí se encierra. La mayoría de nosotros tenemos la mente empañada y sólo mediante el trabajo de uno mismo se puede esclarecer. Sólo vaciándola de todo se encuentra la claridad. Cuando nos liberamos de nuestra ignorancia, nuestros prejuicios y nuestros miedos podremos dar el paso que nos lleve a la comprensión.

Dolores Farfán

1 comentario:

  1. Me encanta el cuento y la persona que lo ha puesto. Sigamos el mensaje.

    R.R.R.

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